La escena de la Anunciación se encuentra en el Evangelio de Lucas. El arcángel Gabriel se le apareció a la Virgen María y le trajo la buena noticia. María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios (cf. 1,26-38).
En la Anunciación es donde “ se ha realizado el misterio que sobrepasa todos los limites de la razón humana, la Encarnación de Dios” (Monje Gregorio).
El icono de la Anunciación se suele colocar ante la puerta bella del santuario entre los iconos de las grandes fiestas en el Iconostasio de los templos. Si leemos Ez. 44, 1-4, se comprenderá el sentido de ponerlo allí. Hace alusión a la virginidad de María y la gloria del Señor que es ella.
Pedro de Argos (+ después del 922) comenta en la homilía a la Presentación de la Virgen, 7: “ Es ella, la Virgen, la puerta que mira a Oriente que llevará en su seno a Aquel que avanza en Oriente sobre el cielo de los cielos y permanecerá inaccesible a nosotros”.
El esquema es muy simple: el ángel da su anuncio a una joven muchacha que está hilando la púrpura de pie o sentada.
En algún caso tiene entre las manos un aguamanil y está junto a una fuente (esta variante es muy antigua) o lee con actitud devota.
EXPLICACIÓN DEL ICONO
Veamos los personajes y detallas más relevantes del icono y su rico contenido litúrgico-catequético.
LA VIRGEN
La Virgen en los iconos es representada joven, según el computo del monje Epifanio (siglo IX).
A menudo la cabeza de la Virgen está inclinada ligeramente para dar cumplimiento al salmo: “Escucha, hija, mira, presta tus oídos, olvida a tu pueblo y la casa de tu padre: al Rey le agrada tu belleza” (Sal. 46, 11).
RAYO-ESPÍRITU
Desde lo alto un rayo viene a posarse sobre ella. Representa al Espíritu, a menudo en forma de paloma, pero no es un rayo de luz sino de sombra: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”.
ESTRELLAS.
Sobre el manto aparecen tres estrellas: una en la frente y dos en hombros.
Corresponden al gesto trinitario de la mano derecha del ángel.
Representan la señal de la santificación de la Trinidad, cual Madre de Dios. María permanece virgen antes, durante y después del parto, la única siempre Virgen en el Espíritu, en el alma y en el cuerpo. Es la única que puede llevar en su seno a aquel que cumplirá el shemá: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.»
SEDE DE MARIA
María esta sentada sobre un trono y sus pies se apoyan en un pedestal, porque ha sido colocada por encima de la naturaleza angelical.Calza zapatos de color púrpura, el mismo color del manto del ángel, del cojín y del velo que esta encima de los edificios. Este color rojo púrpura tiende a subrayar su carácter regio. Es la Madre del Emperador y Señor del universo.
Salve, derribas del trono al tirano enemigo; Salve, nos muestras a Cristo el Señor y el Amigo. (Himno Akathistos, 9).
MANTOS Y TÚNICAS. SÍMBOLOS DE COLORES
En este icono se combinan perfectamente en el Angel y la Virgen el color verde, azul, rojo, púrpura y oro, todos de gran simbolismo.
La Virgen lleva un manto (maforion) rojo – marrón bordado en oro y túnica verde– azulada. El ángel lleva la misma túnica pero manto púrpura. Ambos colores se repiten en las alas del ángel y los cojines donde esta sentada María.
El color rojo del manto virginal simboliza la sangre, el principio de la vida, belleza, juventud, amor. Es el color del Espíritu Santo, fuego. Es símbolo del sacrificio y del altruismo. Es de un rojo amarronado.
El color amarronado del manto de la Virgen indica la humildad, la tierra arada que se presta a recibir la semilla con la que fructificar. Así lo canta el Akathistos, 4:
«Aquel seno de Dios fecundado germinó como fértil arada
para todo el que busca la gracia…»
El manto del ángel es púrpura, de igual color es la lana que María hila y representa a Cristo tejiéndose en su seno. El color púrpura esta reservado a las más altas dignidades del mundo antiguo, al Emperador, y simboliza el más alto poder.
El oro simboliza la divinidad, por ello lleva un brazalete de oro en el brazo.
La vestidura púrpura es a la vez real y sacerdotal. En el Angel, Dios mismo actúa en María.
En algunos iconos el color de las ropas del ángel es blanco: el color que precede a la luz del alba, que anuncia el nacimiento, la vida. Tiene una banda azul en la manga y el azul que se difumina en el blanco da vivacidad a sus alas.
El azul es el color de la inmaterialidad y de la pureza, de algo que viene de un mundo superior, de un mundo espiritual.
Las túnicas de la Virgen y del Angel son verdes. El verde es complementario del rojo, como lo es el agua del fuego. Es el color del mundo vegetal, de la primavera y por tanto de la renovación.
Verde y vida son dos palabras profundamente relacionadas.
Situado entre el azul (frío) y el rojo (caliente), el verde representa el equilibrio perfecto. Es símbolo de regeneración espiritual.
El azul simboliza el desapego a los valores de este mundo y el ascenso del alma que tiende hacia lo divino, que se encuentra con el blanco virginal.
El oro símbolo de la divinidad y la perfección ilumina toda la escena desde arriba, es la vida eterna que con Cristo Luz se hace presente en esta vida caduca.
El oro espiritualiza las figuras, liberándolas de toda limitación terrestre y toda la composición se llena de una bella armonía.
EL ÁNGEL
Para la simbología de los colores ver descripción más arriba.
Empuña con la mano izquierda un largo bastón, símbolo de autoridad y dignidad
del individuo, del mensajero, del peregrino. Pues el ángel responde a estas características.
La mano derecha se extiende cual si quisiera poner el anuncio, señal visible de una palabra que pasa de un individuo a otro. Acompaña a la mirada dirigida a María:
“ Un día la serpiente fue para Eva fuente de luto, y yo ahora te anuncio la gloria”
(Himno Akathistos).
Sus dedos se colocan a menudo, no en el típico gesto alocutorio, sino en el gesto de la bendición bizantina y cargada de simbología.
Los tres dedos abiertos (índice, corazón y meñique) quieren recordar la Trinidad y que el Cristo es una de las tres personas divinas.
Los dos dedos replegados (pulgar y anular) quieren recordar que en Cristo subsisten dos naturalezas, la humana y la divina, pero generalmente en las representaciones de la Anunciación no están visibles, porque el misterio de la Encarnación aun debía comenzar.
A menudo la figura angélica emana una sensación de vitalidad, de movimiento, pero su rostro trasluce una expresión de perplejidad.
A veces hay dos ángeles en la misma escena. O mejor dicho dos representaciones del mismo ángel. La primera ocupa la parte izquierda representando la reflexión del ángel que
“Llegado a Nazaret ante la casa de José, se para perplejo pensando que el Altísimo quisiera descender entre los humildes y se decía: “ El cielo entero con su trono de fuego, no es suficiente para contener a mis Señor ¿Cómo podrá ser acogido por esta pobre joven? ¿Se haría visible en la tierra el Terrible desde ahí arriba?. Pero ciertamente será como Él quiere. Luego, ¿por qué me paro y no vuelo y le digo a la Virgen: Salve, Virgen y Esposa”.
(Romano el Meloda XI, 3).
VELO Y EDIFICIOS
La escena tiene lugar en el exterior de unos edificios.
El velo púrpura que a veces cubre a la Virgen y que esta situado sobre los edificios, es una alusión al velo del templo y símbolo del velo del cuerpo del Salvador que estaba sobre ella antes de entrar en ella. Así lo expresa san Efrén el Sirio en su Primer discurso sobre la Madre de Dios.
El edificio, que esta detrás del ángel, hace referencia a los templos paganos, incluido el de Jerusalén. La efigie representada en el medallón del tímpano mira en dirección contraria al misterio que se desarrolla en María.
Ninguna religión antigua puede comprender ni abarcar el misterio de la Encarnación, es algo nuevo.
Dios es distinto a todas las concepciones captadas por el hombre hasta ahora. Es Dios y Hombre, el Todopoderoso se despoja de todo poder. El Incorruptible se hace corrupción. Al que el universo entero no puede contener ni abarcar se esconde en el seno de una Virgen.
La razón humana nada puede entender, pasa desapercibido este gran misterio, hasta que sea manifestado y revelado por Cristo.